Amor EL AMOR ES DAR LO QUE NO SE TIENE  

Desde el principio de la vida, el bebé pone en juego una relación emocional y afectiva con los objetos que encuentra a su alrededor. Esos primeros objetos son indudablemente la familia, la madre en primer lugar. La primera realidad del niño se basa en la proyección e introyección de los objetos según el interés. Es así como se van formando objetos amados y odiados en nuestra vida, objetos buenos y malos. Estos objetos organizan una especie de mapa donde se va formando una cierta idea de cómo será nuestra pareja.

La autoestima del adolescente se alimenta dentro de la familia y posteriormente dentro del grupo de amigos, para lo cual el sujeto debió haber registrado en su mundo interno la imagen de una madre que, a través de sus funciones maternales, le enseñó a mantener un cierto equilibrio interno y, posteriormente, le ayudó a separarse de ella y a quererse a sí mismo y a construir su identidad y autonomía.  Si no existe esto en su mapa interno, no podrá más que existir de manera simbiótica, dependiendo y utilizando a los demás para que le ayuden a cumplir estas funciones vitales: el sostenimiento de un equilibrio interno, de su identidad y de su autoestima.

La relación entre la madre y su hijo forman el prototipo de todos los tipos de amor. El rasgo de esta relación más importante es el de posesión. Ahí está la expresión “Mi hijo”. Ahí lo importante es como la madre ha podido cuidar el desprendimiento de su hijo y fomentar la identidad independiente. Proceso en el que interviene sobre todo la función paterna.

La elección de pareja está relacionada sobre todo con el sí mismo. Como decía Freud, uno escoge de acuerdo a uno mismo. Se ama lo que uno es en sí mismo, lo que uno ha sido, lo que quisiera haber sido, a la persona que fue parte de una misma persona o a la cualidad que uno quisiera tener.

Dicho esto, el tema fundamental es que el sentimiento amoroso está siempre basado en ese esbozo, en esa amalgama que forman la madre y el bebé. Un esbozo marcado por que la falta siempre está, no existe la completud, la relación nuca es perfecta, la madre no es perfecta, la madre no es toda para nosotros, el paraíso no existe…

El paraíso no existe, ni existió, pero no vamos a dejar de buscarlo. Es en ese contexto donde aparece el enamoramiento… Un ideal, de repente parece que la completud existe, que la llamada media naranja ha sido encontrada…

En el amor se busca entregar pasionalmente aun lo que no se tiene (puesto que nadie es ideal) en tanto se aspira a la entrega de todo el ser, tal como podemos observarlo en el suicidio por causa amorosa: se fusiona en el acto final, de forma eterna, con el objeto de amor.

El amor suple, el imposible acoplamiento sin fisuras entre los sujetos e ilusiona con la fantasía de que la fusión narcisista es posible, existiendo la armonía y la adecuación sexual.

Durante la pasión amorosa, cada cual cree en la completud recíproca, y se sostiene con certeza la posibilidad del modelo idealizante que remeda la simbiosis originaria con la Madre-Toda, justo más allá de toda diferencia sexual. Por tanto, cada cual de la parte amorosa puede suponer que su mitad perdida es recuperable, restituyéndose de este modo la figura de un ser bisexual – que, por supuesto lo tiene todo: ambos sexos -.

En el tiempo pleno del amor se desconoce, pues, que la unión entre un hombre y una mujer en torno a esta figura del Todo que enunciamos es imposible, ya que siempre habla la falta, en contraposición a la totalidad, bajo el nombre del resto, que con su escandalosa presencia rompe el hechizo fascinante de la plenitud.

Cuando se desea siempre opera la falta – es lo que permite desear -, y en este caso el otro no completa sino que señala la propia falta existente en el uno.: falta que si se tolera y se asume devendrá en el origen del máximo placer y de la creatividad. A la contra, en el territorio del puro enamoramiento reina la pasión por la unidad – que abomina de la falta -.

Sólo se puede sostener una relación que incluya como su esencia la dimensión de lo que venimos denominando la falta.

Muchas veces, el ser humano  ofrece todo lo que tiene, atiborra con lo que tiene, justamente para no dar lo que no tiene. En lugar de dar la falta, de ofrendar su castración, da el falo más denigrado bajo la forma de los bienes, de aquello que está en el mercado de consumo.

 

B.P.

INUPSI

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Raquel Pérez

    Estoy totalmente de acuerdo. Yo hace años que no celebró SanValentin ni nos hacemos regalos entremos marido y yo en navidades. Lo veo una falsedad y solo crea estrés y materialismo olvidándonos como bien has dicho de lo esencial del amor ta to con tu pareja como con la familia

  2. Borja Perez

    El amor esta pervertido y completamente al servicio del capital y del consumismo. Ahora mismo con fiestas como sanvalentín, o costumbres como ir a cenar a un restaurantes caros para las celebraciones amorosas, consiguen que lo esencial del amor se pierda. Lo importante ya no es la compañia del otro sino la chequera de ese otro que pueda comprar todas las ilusiones falsas con la que nos alimenta la sociedad neloiberal

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