terrorismoEL ESTADO, EL TERRORISMO Y EL CHIVO EXPIATORIO

La injusticia que parte del estado, el hambre, la desocupación, la inflación, los desahucios y alguna otra manifestación del mismo orden, pueden ser consideradas como formas de “terrorismo” que parten de lo social establecido, del estado, y explotan dentro de la estructura individual.

Ello origina que se dé el contexto ideal para un drama que gira alrededor de la figura del chivo expiatorio. El origen de la popularizada expresión chivo expiatorio puede encontrarse en la antigüedad. Ya en el Templo de Jerusalén, el sumo sacerdote realizaba sacrificios de animales como una forma de expiar los pecados de la comunidad, para lo que utilizaba un carnero que, luego de ser objeto de una manipulación ritual se lo despeñaba desde un cerro.

De ahí el valor de simbólico del terminó en cuestión. En el periodo de entre ambas guerras mundiales, en la Alemania hitleriana fueron los miembros de la comunidad  judía el pueblo elegido por el nazismo para que actuaran el triste, oprobioso y peligroso papel de los chivos que debían expiar –con sus sufrimientos las culpas del vapuleado orgullo alemán, aquella soberbia militarista que fuera humillada por las condiciones –infantes- que les impusieran con el Tratado de Versalles. Y fue a los judíos, como individuos y colectivo, a quienes se presentó a la opinión pública alemana y se les dibujo –además de una estrella en casaca y un número grabado indeleblemente en sus antebrazos- frente el patriótico y valiente pueblo alemán de aquella época como los objetos sobre los cuales descargar la revancha que buscaban para limpiar el honor mancillado. Es decir, se los expuso como los culpables de los fracasos económicos y de los dramas sociales que surgieron después de instalada la República de Weimar.

Ello ya pasó. En la actualidad, ellos son los principales enemigos de los árabes en la convulsionada región del Cercano Oriente; y éstos son quienes aparecen como los nuevos invasores de la Europa libre, merced a la avalancha de refugiados de aquel origen que se instalan en su territorio o pretenden hacerlo. Cuestión alentada por los atentados terroristas.

Los chivos expiatorios aparecen en un colectivo a partir de identificar individuos miembros que han sido culpabilizados de un crimen – generalmente de los morbosos- por tener el mismo origen nacional, racial, político o cultural del agresor real o presunto, cuya víctima fue algún miembro de la mayoría poblacional. Según la explicación del prejuicio, a partir de la inmolación de los chivos, las víctimas son atacadas por que se presentan como presas fáciles y seguras para el agresor, ya que cuentan con poca capacidad de defensa propia y de quienes debieran protegerlas, a fin de descargar la hostilidad que se ha acumulado en los agresores.

Normalmente, en estas conductas agresivas, como son las xenófobas o las prejuiciosas, el victimario necesita –como síntoma de su cobardía- la seguridad del amparo en la impunidad del ataque agresivo. No solo la impunidad debe estar presente en la ideación del agresor. También los sectores minoritarios, los que son las víctimas propiciatorias de la hostilidad desplazada, cargan con sus culpas. Como por ejemplo negros, musulmanes y judíos. Ellos suscitan respuestas de agresión de individuos previamente frustrados como consecuencia de un sentimiento de aversión hacia esos colectivos. Generalmente, tal aversión es efecto de la (des)ideologización que los demonizó, ésa es su única culpa y es excepcional que la aversión sea producto de experiencias que sean fuente de frustración directa para el agresor.

Si nuestro objetivo es un mundo más habitable, tenemos que abordar las profundas desigualdades que nos habitan; y contribuir a resolver algunos de los conflictos internacionales cuya persistencia es fuente de desesperanza e ira. Podemos considerar que la paz de siglo XXI no puede ser la paz armada, de las guerras sucias y largas, ni del retroceso de la libertad en aras de la seguridad o de la confrontación de civilizaciones. La paz del siglo XXI debe ser la del derecho internacional, la solución negociada de conflictos y la superación de las dramáticas desigualdades que condenan al tercer mundo a la miseria y la desesperanza.

No nos engañemos, los conflictos nacionalistas y los conflictos xenófobos son conflictos prejuiciosos. Nos despistan, aunque sean un destino fácil para desahogar el malestar…

 

J.C.P.

INUPSI

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Pedro G.

    Bastante acertado el articulo. El sistema en que vivimos busca desviar el debate. No quiere que la sociedad plantee cambios desde dentro, que se cuestione el funcionamineto de el sistema en sí. Asi que crea chivos expiatorios a los que culpabilizar de sus errores.

  2. Fernando C.

    Estoy de acuerdo. Ahora en España, hay chivos expiatorios claros y el problema es salir de esta forma de ver las cosas: Para los catalanes, los españoles son los culpables, para los españoles, los independentistas lo son. Incluso los partidos se buscan chivos expiatorios de su propio fracaso. Ahí están las cargas destructivas del PP y del PSOE sobre Podemos

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