TERRORISMOFRENTE AL TERRORISMO, PROPONEMOS EL AMOR ACTIVO

Al analizar los actos terroristas desde la perspectiva del propio terrorista, se ve que sus actos de violencia no implican para ellos un acto irracional, pese a ser socialmente anormales.

Añadir además que la intención del terrorista va más allá de un asesinato o de un sabotaje, pues su meta incluye el efecto psicológico devastador que origina en sus víctimas desasosiego. El terrorista piensa y siente que lo que hace tiene un propósito y un fin más allá de los medios de los que hace uso e incluso puede percibir sus actos como salvadores de la sociedad. Dentro de su pensamiento, siente que debe generar cambios, pero que éstos no son posibles sino a través del daño a otros. Su forma de pensar sin remordimientos, posibilita que vulnere las normas sociales sin que sienta culpa o ansiedad durante o después de realizar sus acciones.

Es así que los factores que originan estas conductas son diversos: psicológicos, sociales y físicos, los mismos que facilitan que el sujeto genere una vida criminal. Destacando que los sujetos parecen manifestarse sin apego a las normas sociales constructivas. Y ello nos hace sospechar en patologías que sostienen la conducta del terrorista. Patologías como la perversa donde no existen sentimientos de culpa. Sin embargo, los terroristas no todos están locos o tienen una estructura psicopática, encontramos terroristas con estructuras neuróticas. Podemos pensar que también pueden ser  sujetos neuróticos producto de un tipo de sociedad actual donde funciona más el borde de la estructura, donde no se respeta la subjetividad del individuo.

Es muy difícil ajustar al terrorista dentro de un solo cuadro dentro del análisis de su perfil, puesto que no se trata de una predominancia dentro de un  trastorno, sino más bien una suma de diferentes elementos de distintos cuadros psicopatológicos, donde estarían incluidos los trastornos paranoides, psicopáticos y antisociales, entre otros. Es decir que se pueden encontrar en ellos conductas de desconfianza e inseguridad descontroladas, las mismas que generan en ellos hostilidad, así como conductas destructivas, impulsivas o fríamente elaboradas a través de la distinta perspectiva e interpretación del mundo que se han formado a través de las experiencias vividas.

 

Desde un análisis psicoanalítico, podemos encontrar diferentes características del terrorismo:

 

– Deseos intensos de venganza y fantasías de realizar hazañas grandiosas que pueden conducir a la descarga de sus impulsos hostiles.

– Incapacidad de tolerar la frustración y encontrar satisfacción suficiente para canalizar sus sentimientos agresivos y hostiles mediante actividades constructivas.

– Incapacidad para transformar su persistente egocentrismo y su egolatría (narcisismo primitivo) en elementos integrantes de ideales y conciencia saludable (ideales del yo y elementos del superyó), lo que tiene como resultado desprecio a la autoridad.

– Visión de la víctima como una imagen compuesta que incorpora y refleja la propia imagen criminal.

– Existe una pérdida de las fronteras del yo o un gran deterioro de la evaluación de la realidad.

– Poseen rasgos neuróticos obsesivos que se aferran a creencias y prácticas irracionales y las defienden como sea.

– Internalización de temores y miedos por sus vivencias infantiles amenazantes producto de un exceso de autoridad por parte de los padres.

– Presentan características sádicas donde se expulsa el instinto de muerte desde el yo y por el influjo de la libido naciente.

– Su búsqueda frenética de destrucción con cierta pérdida de control está vinculada al monto de pulsión de muerte que sobrelleva.

– La compulsividad que surge casi siempre provocada por la angustia que es transmitida a otros por medio de la destrucción.

 

En este sentido, la psicoanalista H. Segal (1987) señala: “el grado de deshumanización que observamos en las practicas grupales tale como el genocidio solo se podrá observar a nivel individual en un psicótico o en una psicópata criminal… cuando estos mecanismos escapan a nuestro control, los grupos, en lugar de contener el funcionamiento psicótico, lo llevan a la práctica y de ello resultan comportamientos irracionales tales como las guerras y el genocidio”.

Podemos considerar que el terrorismo es una de las manifestaciones más sofisticadas de la pulsión de muerte porque se trata de destruir a otros que se suponen confiados e indefensos, es decir, se asegura que la destrucción va a tener éxito y al mismo tiempo se pretende que tenga una persecución social que cuanto más intensa, se cumplen mejor sus siniestros objetivos. Es obvio que este tipo de destrucción necesita para su planeación y ejecución mentes privilegiadas e inteligentes y al mismo tiempo enfermas.

En el sujeto terrorista se conjugan dos de los mecanismos inconscientes más destructivos desde el punto de vista psicológico: el paranoide y el psicopático. El paranoide teme ser agredido por que inconscientemente ha puesto su propia agresividad en los demás y reacciona con violencia destruyendo. En la psicopatía el ego o el yo no está alterado, los procesos de pensamiento no están desintegrados. En las personas que padecen esta patología esta alterada su “moral social” por la insensibilidad hacia los demás y no hay perfil especifico. El psicópata tiende a atacar a la sociedad sin importarle ningún valor moral con tal de lograr los objetivos que se proponga. Por tanto, podemos afirmar que se trata de un fenómeno social perverso.

El problema es cómo puede responder la sociedad. Si la sociedad facilita la desigualdad o la injusticia por ejemplo… Sino se enfrenta a las causas, esto va a ser aprovechado por líderes enfermos, es decir, se les favorece su patología. Se podrá frenar temporalmente, pero el Thanatos estará listo para aprovechar cualquier justificación para desmandarse y subyugar de esta forma la pulsión de vida. Esta última, también llamada Eros, es el constituyente de la tendencia de la tendencia hacia lo bueno, lo creativo, lo amoroso, a evolucionar hacia lo constructivo y si no fuera por su existencia, la humanidad ya habría perecido victima de sí misma. Justamente la salud mental depende del predominio de este impulso. Si la sociedad fomenta los valores morales, la verdad, la justicia, la solidaridad, el respeto por los derechos humanos, la cultura, en fin, todas aquellas expresiones amorosas, podrá impedir que el Thanatos la destruya mediante sus múltiples expresiones agresivas, una de ellas, el terrorismo.

J.C.P.

INUPSI

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. oscargarcia

    Los atentados terroristas buscan el miedo de la población. Espero que los políticos no se aprovechen de este miedo para realizar políticas que puedan coartar la libertad de la sociedad. La represión no es la solución y habría que buscar las raices del problema e intentar solucionarlo desde una política integrativa.

  2. Pablo

    Con la agresión terrorista,tanto por parte de organizaciones como de estados, y no voy a salvar a ningún estado, la verdad es que lo que uno siente es miedo y es ello lo que le hace darse cuenta a uno que es lo que se persigue desde todos los lados, es la táctica del miedo, del fanatismo, de defender no sé que civilización. De poner en juego la guerra y no la búsqueda de los valores que pueden ser sostenidos por una solidaridad tanto en cada nación como a nivel mundial. Estoy convencido de que las cosas no se arreglan con el enfrentamiento, sino con la comprensión de la otra parte y con buscar y admitir el que podemos perder todos para poder ganar esa pieza preciada y tan denostada llamada paz… Quiero gritar que vencerá la razón.

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