PSICOANÁLISIS Y PSICOTERAPIA BREVE

FREUD TAMBIÉN FUE EL PRECURSOR DE LA PSICOTERAPIA BREVE 

Desde un punto de vista histórico, podemos decir que los modelos de psicoterapia breve surgieron esencialmente en respuesta al problema asistencial planteado por una masa cada vez mayor de la población consultante en centros hospitalarios, de salud mental, público y privado. En ese sentido se tuvo que incorporar el uso de psicofármacos y terapias grupales, pues el número de profesionales requeridos era insuficiente para cubrir la demanda. Otros factores que influyeron en la emergencia de las terapias de corto plazo fueron las limitaciones económicas de los que solicitaban ayuda y, muchas veces, la edad avanzada que presentaban. Este planteamiento de acortar el proceso terapéutico ya lo mencionaba Freud en 1919. En esa época,  Freud estuvo considerando la forma de que el psicoanálisis fuese  accesible a un amplio sector de pacientes; esto es, a personas menos acaudaladas ya que pensaba que deberían tener el mismo derecho a los beneficios obtenibles del psicoanálisis. La solución propuesta por él, se expresa en la frase:” El oro puro del análisis (puede ser aleado libremente) con el cobre de la sugestión dirigida”.

Además agregaba que era necesario que el Estado implementara un servicio de salud pública que incluyera el tratamiento psicoterapéutico.  Lo interesante de su planteamiento es que consideraba que la labor terapéutica no solo se centra en la resolución de problemas sino que tienen una labor pedagógica, pues orienta, educa, reeduca, además de tener una labor ortopédica temporal, es decir, el terapeuta cumple una función más activa, auxiliar del yo del paciente, considerando la situación externa que afecta al paciente.

Por tanto, la primera referencia que hay que buscar es la de Freud. Desde el punto de vista teórico podemos marcar un texto de referencia: “Estudios sobre la histeria de Freud y Breuer (1895)”.

Si consideramos la duración de algunas de sus intervenciones en pacientes, encontramos casos de psicoterapia breve. Por ejemplo, el de Bruno Walter en 1906, un paciente que acudió a Freud por una parálisis en el brazo y con el que solo tuvo seis sesiones al parecer con éxito.

Un tratamiento de referencia fue el caso Catalina que sólo duró una tarde. Las técnicas que utilizó Freud sirvieron, una vez depuradas, como herramientas en la práctica de las terapias breves. No fue un tratamiento muy estructurado pues Freud estaba de vacaciones en los Alpes suizos, sin embargo puso su empaño en ayudar a Catalina.

En un primer momento, somete a Catalina a una breve entrevista diagnóstica de carácter sintomático con lo que pone en juego una técnica activa y  una elección de un foco centralizador. Freud utiliza preguntas concretas acerca de los síntomas que le permiten aislar el foco en el que centrarse. Catalina comenta que cuando le dan ataques ve siempre una cara horrorosa que le mira con ojos terribles y Freud comenta: “Este detalle ofrecía quizá el camino para llegar más rápidamente al nódulo de la cuestión”

Freud realiza intervenciones que podemos considerar como:

– Empatía. Se muestra empático ofreciendo su apoyo.

– Interpretación de prueba. Ejemplo: “Puesto que usted no lo sabe, voy a decirle de donde creo yo que provienen sus ataques”. Le interpreta que algo que vio u oyó hubiera preferido no verlo u oído. La paciente acepta la interpretación mostrando una buena disposición para el cambio.

– Criterios de inclusión. Freud va identificando las características que hacen que la paciente pueda ser tratada brevemente. Aquí está la base de lo que serán después los requisitos, elaborados por los teóricos, para la inclusión de los pacientes en psicoterapia breve: fuerza yoica, ausencia de fuertes resistencias y colaboración.

– Atención a los pequeños cambios. En psicoterapia breve, en muchas ocasiones el terapeuta no tiene tiempo de observar los cambios de una forma clara. Es por ello que debe estar pendiente de los pequeños cambios.

El fallo del objetivo terapéutico que Freud se planteaba consistía en que los síntomas desaparecían momentáneamente, pero si no se fortalece el yo o se reestructura la personalidad, estos vuelven a aparecer. Esto es lo que originó el debate (todavía hoy en día vigente) entre defensores de intervenciones terapéuticas estructurales y prolongadas frente a las intervenciones breves.

En 1937, Freud fue claro en su posicionamiento contrario a las terapias breves por convencimiento. Para él, la duración de un análisis nada tiene que ver con su terminación.

Serán otros autores los que abordarán la necesidad de acortar las terapias. Aunque para algunos autores marcar un número limitado de sesiones de antemano se considere una elección arriesgada y artificiosa, su utilidad ha sido defendida por diversos autores entre los que podemos encontrar aquellos que abogan por un número de sesiones que van desde hasta 5 como Bellack y Small (1965) y Alexander y French, hasta 20 sesiones en Sifneos.

 

Extracto de la formación de INUPSI: “Especialista en Psicoterapia Breve Dinámica”