VEJEZ Y LA INFANCIA REFLEXIONES SOBRE LA VEJEZ Y LA INFANCIA

En la sociedad actual cabría pensar que no hay lugar para el “viejo”. En un mundo donde lo más importante es la inmediatez y pararnos a pensar se convierte en muchas ocasiones en una especie de pérdida de tiempo, debemos preguntarnos qué lugar queremos que ocupen nuestros mayores.

En otras culturas, el “viejo” es respetado como una fuente de sabiduría que enseña a los demás a través de su rica experiencia; en las familias ocupa un lugar privilegiado, lo que contrasta con la marginación que se produce hacia el anciano en las sociedades occidentales.  Da la sensación que cuando una persona deja de ser productiva en el ámbito laboral perdiese su status en la sociedad y se convirtiese en un mero estorbo caduco que no sirve para nada. Apartando al “viejo” de la sociedad lo que estamos consiguiendo es deteriorar tanto al anciano como a la sociedad en sí, ya que muchas de sus experiencias y opiniones se perderán en vez de ser rescatadas para lo que, al fin al cabo, es el bien común.

Da que  pensar  cómo es posible que siendo una etapa de la vida por la que todos tenemos que pasar hayamos renegado de ella. No somos conscientes o no queremos serlo de esta realidad. La educación para la vejez debería darse desde edades tempranas y estimular las relaciones con nuestros mayores.

Es significativo observar cómo a su vez la infancia también es marginada por la sociedad, quizá por el mismo problema de la vejez (no son productivos en el ámbito laboral). Es mucho más significativo en las grandes ciudades donde ni siquiera la arquitectura está adaptada para los niños; cada vez se construyen más carreteras, iglesias, no se respetan las zonas verdes, etc…, a la par que la programación televisada en la mayoría de los casos no está orientada a ellos y los programas de la bien  llamada “tele-basura”, ocupan casi todo el espectro televisivo. Al final, los convertimos en consumidores de basura.

En realidad el problema se centra en que el sistema consumista en que nos vemos envueltos no deja sitio más que para los productores y los consumidores, todas las demás cuestiones quedan en segundo plano. Así la educación, el respeto y demás valores han quedado obsoletos.

La moral y la ética a día de hoy están completamente olvidadas, no importan. Todos los valores han sido prácticamente aniquilados en honor al consumismo. Parece que cuantos más objetos posees más persona eres y más cerca de la felicidad llegarás a encontrarte, algo completamente falso e irreal que nos empuja a un goce sin sentido donde no hay sitio para pensar en los demás, ni para reflexionar sobre qué queremos hacer con nuestra vida.

Así en este mundo deshumanizado y robotizado es donde tienen que convivir los viejos y los niños. Un mundo que no se ha hecho pensando en ellos, un mundo que se ha hecho pensando en los intereses individuales de unos pocos, construido para que millones de ciudadanos ocupen sus pensamientos con el nuevo objeto de deseo que ha salido al mercado. No hay hueco para la infancia, no hay hueco para la vejez, no hay hueco para pensar, no hay hueco para construir, sólo hay hueco para consumir.

 

M.P.

INUPSI

Esta entrada tiene un comentario

  1. Rosaury

    Es muy muy buena reflexión

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